Casi 2.300 delegados del Partido Comunista de China (PCC) se reúnen el domingo en Pekín para un Congreso Nacional que debería conducir a la reelección de Xi Jinping para un tercer mandato.
Salvo gran sorpresa en esta semana de cónclave, el dirigente de 69 años será ratificado como secretario general del partido, preludio de su reelección como presidente el próximo año, lo que lo consolidará como el líder más poderoso desde Mao Zedong.
«Este encuentro será el evento político más relevante de China en décadas» y marcará el rumbo del país en los próximos diez años o más, dijo la firma de consultoría Trivium China, convencida de que Xi obtendrá un nuevo mandato para cinco años.
El cónclave quinquenal comenzará a las 10H00 locales (02H00 GMT) en el Gran Salón del Pueblo, un enorme edificio en la plaza Tiananmen de Pekín, con un discurso del líder chino desde 2012.
Xi realizará un análisis de su último mandato, pero también ofrecerá una hoja de ruta sobre los próximos cinco años. Los precedentes invitan a pensar en un discurso largo: en 2017 habló durante tres horas y media.
El portavoz del congreso, Sun Yeli, dijo en una rueda de prensa el sábado que el evento terminará el 22 de octubre, con lo que la elección de Xi y el resto de la cúpula del partido debería desvelarse el día después.
En este cónclave muy coreografiado y celebrado en gran parte a puerta cerrada, los 2.296 participantes también nombrarán a los alrededor de 200 miembros del Comité Central.
Estos miembros, a su vez, designarán a los 25 integrantes del Buró Político y a quienes conformarán el poderoso Comité Permanente, la máxima instancia de decisión del país.
Una de las cuestiones clave de la reunión girará alrededor de mantener o no la restrictiva estrategia de covid cero para combatir la pandemia del coronavirus.
Esta política reforzó el control social sobre los ciudadanos, con cada uno de sus movimientos registrado digitalmente, en un país ya criticado por vulneraciones de los derechos humanos.
A pesar de las inconveniencias y el daño económico causado, los medios estatales defendieron esta semana que «aflojar» ante el virus sería «irresponsable».
«Es una paradoja», dijo Valarie Tan, analista de Mercator Institue for China Studies (MERICS) en Berlín. «Xi saldrá del Congreso realmente con mucho poder, pero el país del que está al mando está en problemas».
El cuasi aislamiento que China se impone respecto al resto del mundo y los repetidos confinamientos ahogaron el crecimiento, que puede ser el más débile en cuatro décadas, exceptuando 2020 cuando la economía global se hundió por el estallido de la pandemia.
«Se ve fatiga después de casi tres años de covid cero», expresó Tan. Y el descontento «emerge a la superficie» en redes sociales, advirtió.
Esta semana, la máquina de censura digital de China retiró virtualmente todas las referencias a una inusual protesta en Pekín con pancartas denunciando al presidente Xi y su política sanitaria.
Videos y fotografías compartidas en redes sociales el jueves parecían mostrar a un manifestante colocando dos pancartas pintadas a mano con frases críticas contra el poder en un puente de la capital.
Una atacaba virulentamente la política sanitaria del país y la otra incitaba a los ciudadanos a manifestarse y a derrocar al «dictador traidor Xi Jinping».
La inauguración del congreso seguirá un estricto protocolo «covid cero», con los organizadores y los periodistas encerrados en una burbuja y sin contacto con el exterior desde dos días antes.
Los participantes deberán practicar test diarios de covid antes de acudir a los actos, algunos organizados por videoconferencia en vez de en persona.
En un hotel en el oeste de Pekín, los organizadores instalaron un centro de prensa repleto de exhibiciones ensalzando a Xi y engalanado con los característicos colores rojo y dorado del PCC.
Repartidas alrededor del recinto hay mesas con libros sobre el pensamiento de Xi y el desarrollo chino, además de una muestra con un «humano digital» de inteligencia artificial que cuenta chistes y canta canciones.